Que nuestra alimentación va a cambiar en el futuro es una cuestión en la que solemos coincidir casi todos. Los avances científicos y tecnológicos, los cambios de estilo de vida, los cambios culturales y los nuevos modelos familiares, la globalización en general, y por supuesto el cambio climático, nos llevan a modificar nuestros hábitos cotidianos, más pronto que tarde, entre los que por supuesto se encuentra nuestra alimentación.
¿Y cuales serán esos cultivos más predominantes en el futuro más inmediato? Aún siendo complejo pronosticar su desarrollo, hay algunas cuestiones que ya se están dejando entrever y queremos compartir en este artículo con todos vosotros.
Cultivos de moda, cultivos rentables y “nuevos” cultivos.
Encontrar plantaciones de almendros, caquis o pistachos es un tesoro hoy en día. Podríamos decir que se trata de tres cultivos de moda. Algunos otros como los frutos rojos (como grosellas, arándanos o frambuesas), las nueces, el brócoli, o el maíz dulce, ofrecen al productor un precio mucho más rentable que el de otros cultivos más tradicionales, y por tanto menos sujetos a los vaivenes de la competencia, y por este motivo podríamos considerarlos también en auge.
Otro cultivo a este nivel es la stevia, un edulcorante natural que sin duda es una buena opción para personas que no pueden tomar azúcar. En algunas comarcas, ya se está considerando como una alternativa al cultivo del tabaco.
Hablando de rentabilidad, según un Informe del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Agrícolas de España, el aguacate y el mango, son productos muy bien valorados en este sentido.
En el futuro se nos plantearán retos como el de satisfacer este incremento de la demanda de alimentos sin contribuir más al cambio climático, dañar la biodiversidad y destruir ecosistemas. Ante este escenario, una de las posibles soluciones sería el cultivo de alimentos «olvidados». Muchos de estos se producen a nivel local, por lo que disminuirá la dependencia a otros productos de importación y la contaminación que esto provoca. Además, muchos de estos cultivos podrían superar situaciones climáticas extremas que puedan surgir en un futuro, por el potencial propio de cada zona, por tanto, son una opción increíblemente adecuada. Algunos de ellos, serían por ejemplo el tef o la moringa.
El cultivo de plantas aromáticas y medicinales, aunque a un ritmo aún lento, está poco a poco extendiéndose por España y Aragón. Se trata sin duda de una alternativa muy buena en un futuro próximo, muy viable junto a los cereales, y sobre todo, una opción que puede convivir perfectamente en terrenos próximos a este tipo de plantaciones al ser completamente compatibles, por lo que muchos agricultores están cada vez más planteándose su mayor implantación en la zona. Sería clave un mayor apoyo por parte de la administración ya que no reciben de momento ninguna ayuda ni subvención, y su inversión inicial no es barata, oscilando entre los 1.500 y 2.500 por hectárea, dependiendo de si son plantaciones de regadío o secano, así como del tipo de semillas elegidas.